El INAH afirma que no existe evidencia alguna de que este fenómeno haya sido planificado, reconocido o documentado por los antiguos mayas.
En Realidad… este fenómeno representa provoca una derrama importante para la zona, pues atrae visitantes que buscan ver el descenso de Kukulkán durante los equinoccios de primavera y de otoño.
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