“Refréscate con Ceci” fue la frase que escogió Cecilia Patrón para poner una zona de descanso y regalar agua en el centro de Mérida, y aunque es una buena iniciativa, no está resolviendo el problema real que se vive en la ciudad.
Una botella de agua siempre se agradece, pero no es una solución para el problema del calor. En vez de eso, Cecilia Patrón debería intervenir ante sus compañeros panistas, para detener (o al menos disminuir) el crecimiento de la plancha de concreto en Mérida, que ahoga del calor a todos.
Entre el 2000 y 2020 hubo 9 presidentes municipales del PAN y dos del PRI, además, se dieron 294 permisos de construcción en la ciudad y desde el 2013 hubo un alza de aprobación de dichos permisos que se incrementaron en 2018 y 2019.
El calor en Mérida debería ser un asunto político, pero no para politiquerías. Según el Centro de Investigación Científica de Yucatán en Mérida hay burbujas de calor con temperaturas de 12 grados de diferencia con relación a otros lugares. El asfalto y el concreto impiden que el suelo sea permeable, la sensación térmica aumenta y el calor también. Pero parece no importar a los gobernantes, pues se toma el tema a la ligera y sus medidas son tan leves como regalar una botella de agua.
Plantar árboles es buena iniciativa, pero no la solución, pues a las autoridades de Mérida le importan más las construcciones que las áreas verdes y los árboles. Iniciativas como Adopta un Árbol o la Cruzada Forestal no resuelven el problema de raíz porque sus efectos son a largo plazo, y no hay una postura política radical dentro del Ayuntamiento para controlar el desarrollo inmobiliario en Mérida.
No quiere decir que el desarrollo de una ciudad esté mal, pero sí la falta de planeación de ese crecimiento que ubica a Yucatán entre los cuatro estado con personas con más golpes de calor, y que coloca la onda de calor, como justificante del caos que las autoridades han creado por años.
En realidad, regalar botellas de agua para mitigar el calor es una medida superficial al gran problema que las autoridades han creado en Mérida con el boom inmobiliario y otras construcciones. La ciudad se vende como la mejor opción para invertir y construir, pero el costo de ese “desarrollo” lo pagan 1.3 millones de personas que viven como tamales en esta vaporera llamada Mérida.
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