A pocos días de que finalice el 2023, parece estar claro cómo se desarrollará la contienda por la gubernatura de Yucatán el próximo año. Todo indica a que habrá una elección histórica pues será la primera vez en más de 70 años que el PRI no presentará candidato propio. Esto ha puesto a su militancia en una posición interesante pues una parte de ella se siente legitimada para sumarse al proyecto con el que más se identifica, independientemente de la línea marcada por la dirigencia de su partido.
De mantenerse el panorama actual, habrá una elección reñida entre Huacho Díaz Mena, precandidato de Morena, y Renán Barrera Concha, precandidato del PAN. Dos titanes de la política yucateca de los cuales solo se pueden esperar campañas electorales del más alto nivel.
También es importante mencionar a Vida Gómez, precandidata de Movimiento Ciudadano, quien tendrá el gran reto de hacer crecer a un partido en etapa de consolidación como lo es el Movimiento Naranja en Yucatán.
Ahora bien, el caso del PRI es interesante pues parece que será la primera vez en la historia del partido que no presentará un candidato propio para la gubernatura yucateca. En cambio, en esta ocasión el tricolor se uniría al proyecto del PAN, sus rivales históricos.
Y esto no es cosa menor pues el Revolucionario Institucional ha sido el protagonista de la historia política de Yucatán durante más de medio siglo. Desde el exgobernador Tomás Marentes Miranda en 1952, todas y todos los gobernadores han sido priistas, con excepción de los panistas Patricio Patrón Laviada (2001-2007) y el actual gobernador Mauricio Vila Dosal (2018-2024).
Esta postura inédita del PRI de no presentar a un candidato propio, así como la incapacidad de la dirigencia del tricolor para hacer atractiva la alianza con el PAN por la centralización en la toma de decisiones y la falta de espacios de diálogo para escuchar a su militancia, hacen que un sector considerable de la militancia priista se sienta justificado para rebelarse en contra del mandato de su dirigencia y sumarse al proyecto de Huacho Díaz Mena.
La rebeldía en las filas del tricolor también se puede entender cuando se considera el posicionamiento ideológico de este partido. Dado que fue creado con el objetivo de establecer un gobierno que garantizara orden y estabilidad en México, y que esto solo es posible tomando preceptos tanto de izquierda como de derecha, el PRI es un partido que históricamente se ha mantenido en el centro del espectro político.
Es cierto que en sus inicios estaba más pegado a la izquierda pues adoptó los ideales de la Revolución Mexicana ya que era el partido que agrupó a los liderazgos que emanaron de dicho movimiento; sin embargo, a finales de los años ochenta, el PRI se inclinó hacia la derecha para generar las condiciones las cuales permitieron la incorporación política, económica y social del país al escenario global. De hecho, este reposicionamiento hacia el centro-derecha provocó un rompimiento histórico dentro del PRI que resultó en la creación del PRD.
En realidad, lo que pasa ahora con la militancia priista yucateca no es una ruptura histórica como la antes mencionada, ni tampoco es una continuación o secuela de ésta. No obstante, mencionar este hecho es útil pues permite ilustrar la dicotomía ideológica del PRI y entender porqué, en una elección en la cual su partido optó por no postular candidato propio por primera vez en su historia, una parte de los priistas se sienten legitimados para rechazar un proyecto identificado con ideales de derecha, como el encabezado por Renán Barrera, y apoyar un proyecto con un enfoque más social, como el de Huacho Díaz Mena.
Sin duda, vale la pena estar al tanto de cómo evoluciona la carrera por la gubernatura de Yucatán. No sólo será una elección sumamente intensa y reñida, sino que brindará la posibilidad de observar una dinámica electoral inédita dada la excepcional ausencia de un proyecto priista en la contienda.
Opinión de Luis Hevia Canto.
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